¿Qué dice la cara de nuestro bebé?

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Expresiones de los bebés

Un recién nacido siente dos emociones básicamente: malestar y placer. A partir de ambas, así como en la relación que va a establecer con sus padres, irá construyendo una serie de emociones más complejas.  

Cuando nuestro bebé sonríe, a nosotras se nos ilumina la cara; cuando llora, el corazón se nos acelera; cuando hace “pucheros” comenzamos a tener dudas y cuando vemos cómo duerme plácidamente, la paz nos invade. Todos sus gestos, por muy pequeños que sean, resultan únicos para nosotras haciendo que nuestra vida cambie para siempre.

Y es que la reacción de las personas adultas a los gestos del bebé se encuentra grabada en la parte más profunda del cerebro, según un estudio que han realizado expertos de diferentes países como Italia, Japón o Estados Unidos.

En este estudio los expertos comenzaron mostrando a una serie de personas diferentes rostros de niños pequeños y de adultos, así como de crías de animales y de animales ya adultos. Cuando se  les mostraba la cara de los bebés se fueron generando actividades en zonas del cerebro que se encuentran implicadas con la vinculación y con el cuidado, a pesar de que no conocían a estos bebés. Así que si un rostro de un bebé logra conmover a una persona desconocida, ¿qué no les pasará a sus propios padres? Algo similar sucedía cuando se les enseñaba las crías de los animales.

La reacción de los padres

Que el rostro de nuestro hijo pequeño no nos deje nunca indiferentes es fundamental para él, ya que si sus padres responden a sus estados de ánimo sin tardanza, el bebé logrará volver a restaurar ese sentimiento de bienestar, dando lugar a nuevos y diferentes sentimientos agradables. Cuando los sentimientos surgen, el bebé comenzará a evolucionar y ya se podrán ir diferenciando sus diferentes gestos. Por ejemplo, el estado primario de sentirse mal, podrá ir convirtiéndose en sentimientos como decepción, irritación o enojo.

Así poco a poco, nuestro pequeño irá desarrollando diferentes emociones que cada vez serán más complejas y que tanto su cara como su cuerpo nos irán revelando. Las  dos emociones básicas que solo demostraba al nacer, es decir el desconsuelo y la satisfacción, se irán refinando y su cara comenzará a reflejar alegría, interés, tristeza, miedo, dolor y enfado. De sus padres esperará conseguir en esas situaciones consuelo, alivio, caricias o juegos.

Cuando se responde de una manera adecuada a las emociones del bebé, éste construye un sistema de respuestas emocionales muy sano para poder responder correctamente ante las oportunidades y antes las amenazas que la vida le irá presentado. Pero para conseguir ayudarles, primero debemos aprender a interpretar sus emociones de una manera adecuada.