Hipotiroidismo y embarazo 

Justo debajo de nuestra nuez existe una glándula que tiene forma de mariposa y que pesa alrededor de treinta gramos que es conocida como tiroides. De esta glándula depende en gran parte la buena marcha del embarazo así como el desarrollo neurológico de tu bebé.

La tiroides fabrica las hormonas encargadas de regular el metabolismo, de que el cuerpo use su energía correctamente y de que el corazón, los músculos y el cerebro funcionen de manera correcta. Pero es que además, dicha glándula tiene una importancia extrema durante el embarazo. Vamos a ver por qué.

Estudio de la tiroides antes del embarazo

La tiroides influye también en la fertilidad. Si se padece una alteración de la misma, ya sea moderada o leve, no tiene por qué impedir el embarazo, aunque sí puede hacer que éste cueste más conseguirlo.

El motivo viene dado porque el hipotiroidismo puede provocar ciclos menstruales irregulares así como disfunción de los ovarios. Además este trastorno está relacionado con abortos repetitivos, algo que puede solucionarse con tratamiento antes de la gestación.

Por otro lado la hormona T4 es primordial para el correcto desarrollo de la placenta y del sistema neurológico del feto ya que la tiroides del mismo no se forma hasta la décima semana aproximadamente, por lo que hasta ese momento, el futuro bebé se va a servir de la de su mamá.

Por todo esto, si ya estás pensando en quedarte embarazada, lo más conveniente es que te realices un chequeo en el que esté incluido un perfil tiroideo para confirmar que esta glándula funciona bien, y en caso de detectarse alguna alteración, poner el tratamiento adecuado para que no os afecte ni a tu bebé ni a ti.

Hipotiroidismo

Hay veces que los resultados de los análisis pueden encontrarse en unos límites que pueden considerarse normales en caso de no estar embarazada, pero que considerados «justos» para enfrentarse a una gestación. En este caso hablamos de hipotiroidismos subclínicos y se recetarán unas hormonas por vía oral que ayudan a reponerse hasta conseguir los niveles adecuados.

Los médicos van a actuar así porque el embarazo supone un impacto bastante fuerte sobre la tiroides, aumentando su tamaño en un 10% y exigiéndola un sobreesfuerzo que se incrementa hasta en un 50% la producción de T3 y de T4.

Y el problema surge porque una mujer embarazada con una reserva de tiroides limitada o que tiene una deficiencia de yodo, puede provocar hipotiroidismo, es decir, que la glándula va a trabajar más lenta y por consiguiente no va a poder producir las hormonas suficientes.

Los síntomas propios del hipotiroidismo son debilidad, cansancio, estreñimiento, aumento de peso, dolor en articulaciones y músculos, debilitamiento de uñas y pelo o sequedad en la piel, síntomas que son tan similares a un embarazo que pueden llegar a confundirse.

Por eso se necesita hacer una analítica de sangre para detectarlo y medir los niveles de la hormona tiroidea y de la THS, la hormona estimulante de la tiroides. Esta prueba se va a realizar dentro de los controles rutinarios de todo embarazo, donde te van a explicar que los niveles recomendados en el primer trimestre de la THS deben ser inferiores a 2,5 mUI/L y en el segundo y tercer trimestre de 3,0 mUL/L.

En el caso de no ser así, el médico tendrá que recetar un medicamento para que se repongan las cantidades que faltan de hormonas de la tiroides y puede que un suplemento de yodo.