¿Qué hacer cuando nuestro hijo no para quieto?

Tras cualquier jornada agotadora en la que los pequeños no dejan de moverse ni un solo momento, no significa que se esconda una hiperactividad o unos malos modales, sino algo más complejo como la angustia o ansiedad de un niño. ¿Qué hacer cuando nuestro hijo no para quieto?

Niños inquietos

Existen niños demasiado inquietos que logran desbordar la paciencia de los padres y con demasiada ligereza se les cataloga como hiperactivos, pero el grado de actividad de los pequeños debe valorarse en todo su contexto, teniendo también en cuenta sus características personales, la capacidad de sus padres para entenderle y para hablar con ellos, el ambiente que les rodea y la edad que tienen, ya que lo que es más normal para un niño de cuatro años no lo es tanto para uno de ocho años.

Es cierto que hay niños que son mucho más inquietos que otros pero también depende en una gran medida del nivel de tolerancia de las personas adultas que les rodean. Sin lugar a dudas, la actividad y el movimiento son síntomas de una gran vitalidad y es una buena manera de liberar tensiones cuando son tan pequeños y no tienen los recursos psicológicos suficientes para dominar o entender su cuerpo. Pero ¿cuándo debemos empezar a pensar que una excesiva actividad del pequeño puede ser síntoma de cualquier tipo de dificultades que le hagan sufrir?

La hiperactividad  es definida en los niños como un excesivo movimiento desorganizado que no es más que un síntoma para expresar el malestar que el menor siente. Suele tratarse de una señal que nos muestra cualquier tipo de conflicto que es necesario descubrir. El pequeño con un exceso de movimiento es un niño que sufre y que pretende decirnos algo desde su propio descontrol. Algunos no se están quietos para acaparar la mirada de sus propios progenitores y conseguir controlarlos.

Cómo actuar frente a un niño hiperactivo

Los padres de un niño hiperactivo deben estar siempre muy  pendientes de él para intentar entender cual es el motivo de su hiperactividad. Se ha comprobado que la actividad en algunos niños es lo opuesto a una inhibición que llegan a percibir por parte de sus padres. Al reclamar la atención de las personas que les rodean están impidiendo caer ellos mismo en una depresión que puede estar acechándoles. Después de los cinco años de edad, si un niño está constantemente agitado en cualquier situación y lugar, hay que investigar bien lo que sucede para ayudarle de la mejor manera posible.

Un niño hiperactivo suele desarrollarse en un ambiente tanto escolar como familiar en el que se le exige demasiado en relación a sus capacidades. Por ejemplo, es normal que en clase se le tenga demasiadas horas sin moverse y a la espera de que esté siempre atento, lo que hace que contenga una tensión exagerada liberándola con incesantes movimientos. Si a esto le sumamos una presión por parte de la familia, se vuelve muy revoltoso y utiliza su cuerpo como una válvula de escape.

Poner palabras a estos sentimientos y preguntarles que les pasa mientras se les tranquiliza, es la mejor manera de calmarles. Esta agitación es una defensa tanto contra la angustia que sienten, como una manera de llamar la atención para que les liberen de ella. Esta ansiedad proviene de una serie de conflictos internos del niño que no encuentran manera de expresarse y de unas luchas internas  relacionadas con el miedo a ser castigado por no haberse portado bien, a no ser querido, etc. etc., siendo sus propios sentimientos agresivos los que más le pueden complicar la vida y que no sabe como expresarlos.