Es común que los niños digan pequeñas mentiras porque aun no entienden como funciona la vida y no son muy graves pero cuando poco a poco van creciendo y esta actitud se vuelve constante ya es momento de intervenir. La mentira en ocasiones es buena para salir de algunas situaciones incomodas o porque son piadosas y es para evitar problemas pero cuando se convierten en obsesión y son frecuentes se habla de alguna enfermedad de tipo emocional o mental que debe ser corregida y mas a tan corta edad. La mayoría de veces la responsabilidad es de los adultos y sobre todo de los padres y cuando lo hacen a tan corta edad es mas porque lo ven con inocencia y no tienen algún tipo de prejuicio moral porque son muy pequeños. Pero ya cuando es el pan de cada día y lo toman como juego hay que tomar cartas en el asunto.
Cuando crecen ya saben lo que hacen y mienten porque quieren salir de un problema o porque detrás de su mentira hay un beneficio como decir que no tienen tareas para que los dejen jugar play o no mostrar las notas reales de sus exámenes porque pueden salir regañados o castigados. Las razones por las que una persona miente y más cuando son tan jóvenes pueden variar y frecuentemente se da por inseguridad y problemas de autoestima generados desde corta edad. Es entonces cuando los padres deben buscar una solución a esto, si es posible orientar por medio de un sicólogo y guiando para que todo lo que hagan sea lo correcto y superen la manía de decir mentiras.
Antes que nada debe desarrollarse un medio de confianza para que los hijos no tengan miedo al comentarles algo a los padres, para que sepan que no habrá castigo o golpes si hay incluso violencia intrafamiliar. El error recae en que los padres prometen que no habrá nada malo si dicen la verdad pero de alguna u otra forma los hijos al final no creen porque en realidad si terminan molestándose así sean con cosas pequeñas. Hay que inculcar que la sinceridad debe estar en todo momento porque si no en un futuro terminara cometiendo errores en diversos campos: familiar, emocional, laboral, académicos, social entre otros y será perjudicial para todo lo que haga y quiera alcanzar.
En este momento puede ser visto como un punto entre la libertad y tranquilidad de actuar como se debe o por el contrario vivir amarrado a inventar más y más mentiras para sostener las anteriores. Si ya han cometido grandes errores la solución no es el uso de la fuerza o castigos desmedidos, palabras soeces o maltratos de tipo moral, solo hay que actuar con responsabilidad y algo de vehemencia para que entiendan en el error que caen y lo mejor siempre será el dialogo. Lo único que se logra con ese tipo de actitudes es infundir miedo y no respeto como debe ser lo que los hijos tengan hacia sus padres. Si el problema ya se sale de control, la asesoría sicológica puede funcionar si hacerlos ver que tiene algún problema mental porque se sentirán mal o por el contrario lo tomaran como excusa para seguir fallando.