Enseñar a vivir el orden

El orden como todos los valores deben verlo nuestros hijos primeramente en nuestra vida. Y entonces nos será más fácil inculcárselo. Enseñar a vivir el orden

Hay montones de argumentos a favor del orden y no menos alegando que es mejor vivir como se pueda y no encasillarse con horarios, lugares, dobleces, etc. Pero todos sabemos cuánto facilita someterse y tener una disciplina. Sólo las personas que lo hacen, han llegado lejos en su vida. A veces nos fijamos más en el resultado y en los éxitos de una persona, que en el modo en que ha llegado a conseguirlo. Y casi siempre el secreto de esos buenísimos resultados se debe a muchos esfuerzos silenciosos, que solo ha visto la persona que los ha realizado.

Guarda el orden y el orden te guardará, dice la Sagrada Escritura. El orden como todos los valores deben verlo nuestros hijos primeramente en nuestra vida. Y entonces nos será más fácil inculcárselo.

Generalmente los niños tienden al caos y al desorden desde pequeños, somos nosotros los que les ayudamos a establecer rutinas: horarios de comida, de levantarse y acostarse. Esto que en apariencia parece algo insignificante tiene su trascendencia. Muchos adultos a los que les cuesta conciliar el sueño por la noche, se debe a que desde pequeños han tenido desorden en sus hábitos de acostarse.

Haz lo que debes y está en lo que haces, es otra buena máxima para vivir el orden. Acostumbrarles a no mariposear y a terminar las cosas que empiezan. A llevar a cabo sus decisiones hasta el final. No debemos dejarles abandonar un entrenamiento porque llueve, o porque no tengo ganas. Tampoco debemos romper las pocas rutinas que van incorporando y ser algo metódicos con sus horas de comer: desayuno, meriendas… Son hábitos de orden en la vida y colaboran al asentamiento de una personalidad estable.

Guardar lo que se utiliza en el lugar que le corresponde, para eso es necesario que todo tenga un lugar conocido donde guardarse. Esto evita muchas pérdidas de tiempo buscando cosas que deberían estar localizadas: unas tijeras, un martillo, un bolígrafo, una toalla y un momento de mal humor. Es la forma de enseñarles que todos colaboramos en la buena marcha de la casa. Es un gran error consentir que haya habitaciones llenas de juguetes desordenados, tirados por cualquier parte. Hay que facilitarles el orden teniendo allí unos simpáticos baúles o grandes cajas donde los juguetes puedan quedar guardados al dejar de jugar. Es una manera de cultivar los hábitos de orden desde pequeños y nos comenzar a pelear con ellos cuando ya son mayores y están poco trabajados.

Aunque sean pequeños no debemos hacérselo todo. Por ejemplo pueden ayudarnos a guardar la ropa, a doblarla aunque lo hagan mal. Deben de saber dónde se coloca cada cosa, conviene decírselo para ayudarles a fijarse y memorizarlo. Podemos hacer unas sencillas pruebas que nos revelarán si nuestro hijo se fija, podemos decirle que nos traiga un jersey, u otra cosa. O hacerle preguntas de dónde se guarda algo de la casa. Nos sorprenderemos de la capacidad de observación que tiene y podemos pedirle que nos ayude en algún momento.