Enseñar a los niños a ser limpios

La limpieza es un valor que se adquiere en la infancia, les cuesta matenerse limpios y adquirir hábitos de higiene. Enseñar a los niños a ser limpios

La limpieza es un valor y así se lo tenemos que inculcar a nuestros hijos. Ser limpio lleva consigo varios trabajos: evitar la suciedad y eliminarla cuando nos manchamos.

Parece que es difícil hacer que un niño esté limpio siempre. Pero en gran parte depende de a lo que les habituemos. Si nos acostumbramos a lavarles la cara o las manos, y las prendas aunque tengan una pequeña mancha, si les enseñamos a utilizar siempre ropa limpia, estaremos grabando en ellos un modo de presentarse y de estar. Cuando son más pequeños cambiándoles el babero cada vez, la ropa cuando se manchan, lavando sus juguetes…

Mantener la suciedad es índice de dejadez o pereza, actualmente es fácil poner lavadoras con programas cortos en cualquier momento. Las prendas son más fáciles de planchar e incluso algunas no necesitan más que un centrifugado corto y/o un buen secado en una percha, que luego nos da menos trabajo. Con una buena organización podemos ir poniendo lavadoras a lo largo del día y hacer que el cesto de ropa para lavar siempre esté vacío.

Recoger los restos inmediatamente de cosas que se rompen, o limpiar lugares donde hemos estado trabajando o preparando algo, es una imagen que a los niños se les graba y les ayuda a forjar hábitos, también hábitos de ver las cosas limpias y recogidas. Incluso cuando son pequeños les gusta tener una pequeña escoba y recogedor, o ayudarnos cuando lo estamos haciendo.

Deben tener una pequeña papelera en su habitación, para poder tirar los papeles, plásticos o recortes. Si no tienen donde dejarlo nos lo dejarán en cualquier parte o mancharán sus deberes o los de sus hermanos.

Su arreglo e higiene personal forma parte de las costumbres para estar limpios. Cuando son pequeños somos nosotros quienes nos encargamos de lavarles la cara, cambiarles de pañales, bañarles… pero poco a poco ellos tienen que aprender a manejar la esponja, el cepillo de dientes, el peine… Y han de tener un momento para ello, la hora del baño ha de tener su momento en el horario de la casa y no se cambia por nada, generalmente. Lo mismo la costumbre de lavarse los dientes después de las comidas. Son hábitos que si no se cogen de pequeño cuesta mucho inculcarlos cuando son mayores.

La pereza a veces, les hace no querer hacerlo, y retrasar o incluso resistirse a la hora del baño o de lavarse los dientes, no debemos ceder y asegurarnos de que lo hacen. Llegada una edad debemos enseñarles a utilizar el desodorante después de ducharse cada día, para evitar el olor corporal.

Llevar la ropa limpia en la adolescencia les cuesta más porque es una etapa de mayor dejadez y apatía, esto les supone un esfuerzo, sobre todo a los chicos que suelen dar menos importancia al aspecto externo. También es difícil porque hay modas y corrientes en las que lo cutre es lo progre y ellos no quieren que les señalen por lo contario. Debemos de saber equilibrar las medidas para no nos vean demasiado lejos de su realidad.