A la hora de acostarse. Parte II

El sueño de cada niño tiene unas características específicas dependiendo de cada individuo además de que se pueden llegar a presentar una serie de problemas durante éste en el transcurso de la noche, que habrá que intentar solventar de la manera más natural posible. A la hora de acostarse. Parte II

 

Miedos nocturnos

Uno de los comportamientos que  suele aparecer a partir de los dos años y medio de edad y que se suele mantener hasta aproximadamente los cinco, es el de los miedos que surgen a la hora de ir a dormir. En el momento de dormirse el niño realiza un acto de desconexión con su entorno; al dejar de jugar, mirar, oír, el pequeño entra dentro “de sí mismo” y de sus “ideas”, y todas sus “fantasías” cobran una fuerza inusual en él. El sueño se asocia también con la oscuridad, que genera cierta ansiedad. Hay niños que  tienen miedo en cualquier momento del día y no sólo al acostarse. Por otra parte, algunos padres fomentan la aparición de miedos, tanto a través de narraciones inadecuadas en las que el miedo o la intriga contribuyen a facilitar la aparición de sensaciones y pensamientos productores, como a través de la utilización de la intimidación como elemento disuasorio del comportamiento de los niños. La descripción, normalmente exagerada, de los peligros que rodean al niño con el fin de que éste se proteja y actúe con prudencia o cautela crea fantasías como las descritas que, en general, tienen como eje conductor el que “alguien malo” le ataca.

¿Cómo actuar frente a los miedos nocturnos?

Los miedos más habituales de los niños a estas edades son el ya mencionado miedo a la oscuridad, a los animales, a que alguien se esconda debajo de la cama o a un ladrón dentro del armario o a las sombras que le parecen espías o fantasmas. Estos miedos suelen ser pasajeros si los padres saben serenar al niño con su presencia y actitud tranquila, le acarician, toman de la mano y le demuestran sentimientos de afecto que le den seguridad y tranquilidad, y por supuesto tomen la precaución de no estimular la aparición del miedo en su trato diario con el niño. Una actitud totalmente inadecuada que incrementa el miedo y el nerviosismo cuando el niño llama a sus padres para expresarles su inquietud o sensación de miedo, es que éstos respondan con un cierto tono agresivo e instiguen a su hijo a que se duerma, como si ello estuviera fácilmente en su mano. ”Calla y duérmete” jamás es una respuesta relajante para un niño que se siente temeroso y acosado por sus fantasías.

Respecto al tema de si se debe dejar una luz tenue encendida para que el niño se duerma durante la noche, pude considerarse una actitud tolerante y flexible. Cuando se deja al niño que tome esta decisión, se comprueba cómo poco a poco el hecho tiene menor incidencia en su comportamiento; hay noches en las que la luz permanece encendida y otras en las que es el propio niño quien la apaga. La luz le ha proporcionado seguridad y tranquilidad para dormirse y acaba por desaparecer el temor a la oscuridad.