¿Tu bebé tiene sudamina?

Aunque la sudamina no es algo exclusivo del verano y de las altas temperaturas típicas de esta temporada, lo que sí es cierto que esta época favorece su aparición, afectando sobre todo a los recién nacidos y a los niños menores de un año. Conoce las causas y los cuidados que se deben llevar a cabo para lograr evitarla. ¿Tu bebé tiene sudamina? Cómo reconocer la sudamina 
La sudamina es producida ante la imposibilidad de eliminar el sudor por la piel, lo que sucede cuando los orificios que dan salida a las glándulas sudorípadas están obstruidos, algo muy común por otra parte en los bebés especialmente si tienen la piel seca o son atópicos.
Las zonas que más sufren este trastorno son las axilas, los pliegues del cuello, la parte del pañal o aquellas zonas que se encuentran ocluidas, como por ejemplo la espalda si ha permanecido mucho rato tumbado boca arriba. Recibe el nombre de miliaria cristalina en su forma más leve, es decir, si solamente afecta a la superficie de la piel, y se manifiesta en forma de burbujas muy superficiales de un color transparente y que al pasar las manos sobre ellas, consiguen romperse muy fácilmente quedándose una especie de descamación. Si la obstrucción es mucho más profunda, se denomina miliaria rubra que provoca un pico intenso y lesiones rojas afectando a la tranquilidad del bebé, existiendo también el riesgo de que estas pequeñas lesiones se lleguen a infectar.

¿Cómo se puede tratar la sudamina?
Es necesario mantener la piel del bebé muy seca y fresca para poder prevenir y solucionar este trastorno. Para ello no hay que abrigar al niño excesivamente ya que en contra de lo que se cree, los pequeños no necesitan abrigarse más que un adulto. Para poder comprobar si tiene o no tiene calor, tócale la nuca y el cuello en vez de las manitas como se suele hacer.
Es aconsejable vestirle con ropa ligera de tejidos naturales o de algodón y siempre que no le quede demasiado ajustada. Cambiarle el pañal muy frecuentemente y bañarle cada día durante cinco o diez minutos como máximo, con jabón neutro y agua tibia, resulta igualmente una excelente solución.
Hay que tener la precaución de aplicarle en las zonas afectadas una loción calmante que sea ligera o una base de polvo de talco que sea líquido, ya que las cremas que son excesivamente densas, llegan a resultar contraproducentes puesto que taponan los poros de su piel aumentando de esta manera la retención de los líquidos.
Si aun con todas estas medidas de precaución no consigues que el sarpullido de tu bebé desaparezca o incluso que éste empeore, se deberá consultar cuanto antes con el dermatólogo para que considere la necesidad de tener que aplicar un tratamiento de tipo antibiótico que puede recetar en forma tópica, es decir en una pomada, o de una manera oral durante unos siete o diez días, para lograr de esta manera que por fin tu bebé se encuentre tranquilo y sin picores.