Retraso mental

La debilidad mental, el retraso mental, la deficiencia mental o la oligofrenia, son cuatro términos equivalentes que suponen un nivel general de desenvolvimiento intelectual notablemente inferior al promedio de la población, lo que implica deficiencias en la conducta adaptativa. Retraso mental

¿Qué es el retraso mental?

La dificultad de un individuo ante tareas intelectuales sólo se considera retraso mental si se observa desde muy corta edad, o sea, que no ha habido períodos anteriores en los que ha respondido adecuadamente. Y además que se presente en todas las circunstancias, es decir, que no haya un desempeño temporal deficiente a causa de cansancio, ansiedad, estrés u otros factores. Por lo tanto, el retraso mental es un trastorno permanente, que altera la personalidad en toda su globalidad desde los momentos iniciales de la maduración psicosomática.

La noción de retraso mental es poco precisa, pues depende de los criterios que se usen para definirla. Una de las clasificaciones más conocidas es la de Terman y Cerril de Cociente Intelectual o CI, que de hecho se ha convertido en sinónimo de inteligencia. La deficiencia se sitúa por debajo de 70. Los individuos que obtienen puntuaciones entre 70 y 79 o incluso 90 según algunos, no son considerados propiamente retrasados sino que reciben el nombre de límite o borderline. Estos casos están entre el grado mínimo de normalidad y el retraso y presentan dificultades para seguir la enseñanza escolar ordinaria. Esta misma escala distingue distintos grados   de deficiencia mental: Entre 50 y 69 hay un retraso mental discreto. Entre 35 y 49 un retraso mental moderado; entre 20 y 34 un retraso mental grave e inferior a 20 un retraso mental profundo.

¿Cómo se puede definir el retraso mental?

Muchos autores cuestionan que el funcionamiento intelectual sea la clave para definir el retraso mental, en cambio hacen un mayor hincapié en la capacidad para adaptarse al entorno como el elemento principal. Cuando el criterio para establecer la deficiencia mental es la prevalencia de la capacidad de adaptación social, se acepta que una persona sea considerada retrasada si no puede satisfacer las expectativas que una sociedad determinada ha dispuesto para ella.  En este sentido es posible encontrar individuos con un CI bajo que funcionan mucho mejor en un determinado ambiente que otros con un CI superior al suyo.

El retrasado mental presenta un déficit de algunas o de todas las funciones intelectuales. Esto supone que le cuesta o no es capaz de resolver situaciones nuevas, conseguir los fines propuestos, asociar adecuadamente las ideas para poder elaborar nuevos pensamientos y utilizar las experiencias y acontecimientos anteriores. El déficit intelectual acostumbra a ir acompañado de alteraciones de las estructuras orgánicas, ya sea de tipo neurológico, morfológico, motor o endocrino. Existen alteraciones de las conductas primarias o instintivas y trastornos volitivos y afectivos, que provocan un comportamiento problemático a la hora de adaptarse a la vida de relación. Por último hay que destacar los problemas de aprendizaje que dificultan la integración en la vida escolar primero y en la actividad laboral después y en definitiva en la vida familiar y social.