Mitos sobre el embarazo

Por más ciencia y avances que se tengan, así como la cercanía y apertura por la información, el ser humano sigue inventando explicaciones ante situaciones que aún le asombran, y una de ellas es sin duda el embarazo. Mitos sobre el embarazo Entender la complejidad de una vida formándose en el interior de otra persona es una cuestión que no cualquiera logra, inclusive la ciencia no llega a ser del todo exacta en sus diagnósticos. Mientras tanto ante la necesidad de querer respuestas hacia tal o cual situación nacen los famosos mitos.

Si el vientre de una embarazada tiene forma redonda y se coloca en lo alto es porque está esperando a un niño, si por el contrario su panza es puntiaguda en la parte baja se trata de un varoncito en el interior. Este es uno de los mitos más escuchados sobre la forma del vientre que revela el sexo del bebé. Sin embargo, cabe destacar que cada cuerpo es diferente, tanto el de la madre como el del bebé, cuya forma de la panza se tornará según el tamaño y acomodo del bebé.

Si se experimentan muchas agruras es porque el bebé nacerá con mucho cabello. Una vez más la cantidad de cabello del bebé se verá influenciado por su información genética, así como las agruras son una respuesta a los cambios hormonales que la madre sufre, independientemente del cabello del bebé.

No se pueden tener relaciones sexuales en el embarazo. Si bien el acto sexual en esta etapa debe contar con sus limitantes y cuidados, no es nada que esté prohibido. En caso de no ser recomendado sería por un embarazo de riesgo o infección vaginal por ejemplo, pero nunca porque el bebé pueda ver lo que los padres hacen o que el pene o semen lleguen hasta el bebé quien se encuentra perfectamente protegido por el saco amniótico.

Una embarazada tiene que comer por dos. Otro mito que se aneja mucho es el de la alimentación durante el embarazo, si bien la madre debe alimentarse de manera sana esto no se traduce como literalmente comer por dos, ya que esto sólo generaría ganancia de peso perjudicial. La alimentación debe ser balanceada contemplando la calidad más que la cantidad.

Si no se cumple un antojo el bebé nacerá con cara de fresa, patata o helado. Este mito es más que absurdo, los antojos que la madre experimente son totalmente ajenos a la formación de su bebé. Estos se deben más bien a las necesidades que el organismo experimenta; por ejemplo, si la madre tiene mucho antojo de leche o yogurt quizá se deba a una baja en su calcio, o bien porque simplemente hay alimentos que a una embarazada no le causan repudio y acude a ellos.

Estos y más mitos se manejan durante una etapa tan maravillosa, la mayoría para dar respuesta a lo que antes no se sabía, y así permanecen por generaciones, aunque muchos también se manejan como pretextos para complacer ciertos placeres o necesidades.