Poner límites a nuestros hijos es cuidarlos bien. Parte II

Aunque debemos entender que los niños pidan, demanden y tengan deseo de todo y a cada momento, hay que tener claro que aparte de ser imposible, no resultará a la larga nada sano para él. Marcar unas pautas claras desde el momento del nacimiento, enseñándoles lo que se puede y lo que no se puede hacer, hará que vayamos construyendo un magnífico antídoto para los berrinches Poner límites a nuestros hijos es cuidarlos bien. Parte II

Objetividad, opciones y firmeza

Es muy normal escucharnos a nosotros mismos decir frases como “no hagas eso”, “sé bueno” o “pórtate bien”. Estas expresiones pueden llegar a significar diferentes cosas en diferentes personas. Los hijos siempre entenderán mejor a sus padres si se marcan unas normas de una manera más correcta. Un límite que esté especificado correctamente con órdenes precisas y con frases cortas suele resultar mucho más claro para un niño.

En ocasiones, es posible dar a los hijos una oportunidad para decidir como cumplir las “órdenes”. Una libertad a la hora de elegir puede hacer que el niño sienta que tiene una sensación de control y de poder, lo que hace que reduzca sus resistencias.

Cuando existen cuestiones importantes que tratar con los niños o cuando hay una resistencia a la hora de obedecer, es necesario aplicar los límites con firmeza. Éstos se aplican mucho mejor con un tono de voz muy seguro donde no existan los gritos y con un gesto serio en la cara. Unos límites más suaves pueden hacer suponer al niño que cuenta con la opción de obedecerlos o no.

Explicar el porqué, guardar las distancias y acentuar lo positivo

Cuando nuestro hijo entiende el motivo de una norma como una manera de prevenir una situación peligrosa para otros o incluso para sí mismo, es seguro que estará más animado a la hora de obedecerla. Por eso es importante en el momento en que se tiene que aplicar un límite, explicar al pequeño la razón por la que debe obedecer. Entendiendo ésta, el niño puede llegar a desarrollar valores de conducta y de comportamiento internos y crear su propia conciencia.

Cuando se emplean frases como “quiero que te vayas inmediatamente a la cama”, creamos una lucha de poder entre los niños y nosotros mismos que no pueden llegar a entender en muchas ocasiones. Una estrategia es establecer una regla de una manera impersonal como por ejemplo decir “son las 9, es hora de acostarse” mientras les enseñamos el reloj. De esta manera, algunos sentimientos y conflictos se centrarán entre el reloj y el niño.

Un niño, al igual que la mayoría de las personas adultas, son mucho más receptivos cuando se les ordena algo y reciben un refuerzo positivo. Por lo general, suele resultar mucho más positivo decir a un niño lo que tiene que hacer antes de lo que no debe hacer. Por ejemplo el decir “habla más bajo” es seguro que surtirá más efecto que el decirle “no grites tanto”.

En cualquier caso la conducta y las actitudes de los padres serán el modelo referente para comprender lo que se espera de ellos y estarán deseando responder a esta expectativa por el gran amor que los tienen.