Desarrollo y maduración del sueño de un niño. Parte I.

Habitualmente el niño duerme todo lo necesario y se despierta sólo cuando está descansado, pero ¿sabemos como se va desarrollando el sueño en nuestro hijo con el paso de los años? Desarrollo y maduración del sueño de un niño. Parte I.

 

Hábitos de sueño

La evolución del sueño se caracteriza por pasar de ser polifásico a monofásico. El bebé empieza durmiendo de cinco a siete períodos al día, cada uno de ellos compuesto de tres o cuatro horas de sueño. A medida que transcurren los meses, el niño disminuye los períodos de sueño, hasta que suprime el sueño de al tarde y su sueño se convierte en monofásico, o sea, duerme únicamente un largo período diario, que  caracteriza el sueño de la mayoría de los adultos. Se calcula que el neonato duerme un 80% de su tiempo, empleando el 20% restante básicamente en la alimentación y el aseo. Cuando el bebé cumple el año, por término medio pasa despierto un tiempo igual al que pasa dormido. Esto supone que ya emplea una buena parte de su tiempo relacionándose con su entorno.

Siempre hablamos de un término medio, porque existen diferencias individuales en los hábitos del sueño debidas a las características personales del niño o las culturales de los padres. Entre las primeras, para que el niño sea más o menos dormilón, destaca su sensibilidad constitutiva a consecuencia de una lesión del sistema nervioso, de asfixia en el momento e nacer, de una repercusión de una toxemia gravídica, mongolismo, microcefalia, etc. Por otra parte, el niño debe aprender unas pautas culturales de sueño y vigilia. La madre sincroniza el ritmo del niño con los imperativos sociales de su medio, con los que ella a su vez está sincronizada.

La actitud del bebé frente al sueño

Durante las primeras semanas de vida, el bebé se duerme cuando se siente saciado y se despierta cuando tiene hambre. A medida que madura, el despertar depende menos de esas sensaciones. El niño habitualmente duerme todo lo necesario y se despierta cuando está descansado; por este motivo no se puede decir que tenga una intensa necesidad de dormir. La profundidad del sueño también evoluciona. De los tres meses al año, el sueño se va volviendo más profundo, por lo que nota menos las sensaciones de hambre, aunque puede despertarse porque está mojado.

Las siguientes pautas evolutivas no son normas rígidas para cada edad, sino las tendencias por las que suelen pasar la mayoría de los niños, unos un poco antes, otros un poco más tarde, sin que ello suponga anormalidad.

La actitud frente al sueño cambia con los años. En el segundo año de vida al niño ya no se le acuesta tan fácilmente y puede ir retrasando el momento de irse a al cama con un complicado ritual que debe ser rigurosamente respetado. Puede querer llevar varios juguetes y libros a la cama, con los que entretenerse hasta que le llega el sueño, o bien canta y habla consigo mismo. Llama varias veces a sus padres, primero porque tiene sed, después para pedirles ir al baño y al final porque quiere que le den un beso, siempre tiene una buena excusa. Puede despertarse varias veces durante la noche por algún ruido o para pedir ir al baño. Por la tarde duerme la siesta.