Niños y miedos nocturnos

La mayoría de los niños le temen a la oscuridad, sobre todo a la hora de dormir ya que se encuentran solos y todo puede resultarles una amenaza. De esta forma, el momento que debería ser para ellos de descanso y sueños acogedores puede transformarse en una verdadera pesadilla.

Es importante para los padres conocer de qué forma ayudar a sus hijos, mediante el afecto, la comprensión, compañía y apoyo a librarse de los miedos nocturnos. Niños y miedos nocturnos A pesar que el sentir miedo en los niños es normal y suele manifestarse desde muy temprana edad a través de los gestos y luego por medio de conductas o palabras determinadas, es necesario que los padres se encuentren atentos a esta actitud para que la misma no se transforme en una fobia de dificil tratamiento.

Los niños manifiestas sus temores ante diversas situaciones que irán variando de acuerdo a la edad. Durante el primer año de vida estos miedos pueden aparecer ante la presencia de personas extrañas y también al escuchar ruidos que no le son conocidos.

A partir de los dos años y hasta los seis suelen temer a las tormentas, oscuridad, algunos animales y también cuando se encuentran separados de sus padres o frente a seres fantásticos que muchas veces ven en la televisión.

Ya a partir de los siete y hasta los diez años temen al daño físico, pero también a los accidentes, enfermedades, al ridículo frente a sus compañeros y al fracaso escolar, sumándose a estos miedos en la actualidad el problema de la separación tan frecuente de los padres.

Lo importante para poder ayudarlos a superar estos miedos es comprender a qué le temen. Así,  el miedo a la oscuridad y a la noche es un temor recurrente en diferentes etapas de la evolución de los niños y por lo general se produce porque existe un recuerdo ya sea conciente o inconciente de alguna situación que le resultó conflictiva y que se combina desafortunadamente cuando se encuentran solos o están a oscuras.

El temor a sufrir pesadillas es también un motivo reiterado de miedo en los niños y en especial en los más pequeños que aún no saben diferenciar el mundo real del imaginario. Cuando son más grandes ese miedo se traslada a un ataque que pueden sufrir mientras duermen en la oscuridad y al que temen precisamente por su imposibilidad de defenderse de esos “peligros” que los amenazan.

Es fundamental entonces, que los padres aprendan a contenerlos emocionalmente y que los niños que sufren de este tipo de problemas sientan que su entorno es agradable y no hostil. Esto también les ayudará a relacionarse de forma apropiada con el mundo exterior.

Una actitud positiva por parte de los adultos es la clave para que el niño pueda relajarse adecuadamente y aprenda a dormir sin tener miedo a la oscuridad. Jamás debe desvalorizarse el sentimiento del niño ni reprenderlos por tener miedo, ya que eso no sólo lo desestabiliza sino que no ayuda a que pierda el temor que le causa tanta angustia. El diálogo es un buen comienzo para saber que le ocurre al niño y de esta forma ayudarlo a que duerma tranquilo.

Muchas veces dejar una luz tenue encendida, chequear junto con él todo el dormitorio para asegurarse que no existe nada amenazante y hacer de cada una de estas cosas una rutina hasta que el miedo desaparezca.

Otro excelente recurso es la lectura de cuentos agradables e interesantes que jamás contendrán personajes extraños o amenazantes sino todo lo contrario. Esto hace que el niño sea inducido al sueño de una forma placentera.

Asimismo, es necesario comprender que los miedos no necesariamente son constantes muchas veces aparecen en determinados momentos de la vida del niño y luego desaparecen.

Foto Vía: Medicinas Alternativas