Los amigos de nuestros hijos

La amistad es una de las facetas más enriquecedoras de la persona humana, enseñar a nuestros hijos a hacer amigos es fundamental. Los amigos de nuestros hijos

Cultivar la amistad es algo esencial para un niño, ya que dependerá su socialización. Nosotros podemos facilitar que se abran a otros entornos, fuera del ámbito familiar.

En los primeros años las amistades son fáciles de hacer, sobre todo lo que hacen es jugar, prestarse o quitarse cosas, correr juntos, balbucear. Esas amistades son muy primarias y surgen en el colegio, con los niños del parque, con los hijos de los amigos de sus padres. Son relaciones muy elementales. No es lo que se dice una amistad, pero empiezan a sentar las bases de las relaciones con los otros niños de su edad. Esta etapa dura hasta los siete u ocho años, dependiendo de su madurez afectiva.

Después de esta etapa se establecen lazos un poco más fuertes, reconocen los sentimientos de los otros niños, se dan cuenta si están tristes, alegres… se prestan ayuda. Empiezan a entender algo lo que significan las relaciones humanas. Tienen sus primeros amigos.

A partir de los nueve años, más o menos, consolidan sus primeras grandes amistades. A estas edades ya se cuentan secretos, quieren estar juntos. Comparten las cosas. Les encanta hacer salidas con sus padres y sus amigos, para pasarlo bien todos juntos: niños y padres. Es la edad de oro para hacer buenos amigos. Los amigos de estas etapas son con los que se hacen las primeras travesuras, se corren pequeñas aventuras, se leen cuentos, se buscan tesoros y se recuerdan siempre.

La amistad es un lugar de aprendizaje en las relaciones humanas, no sólo se aprende a convivir sino a resolver conflictos, a perdonar, a pasar por alto los defectos, a entender que hay diferentes puntos de vista y que eso no estropea las relaciones, sino que aumenta la capacidad de respeto.

Discutir con un amigo a estas edades y ser capaz de arreglarlo sin la intervención de un adulto, es un buen aprendizaje. Los niños deben resolver ellos sus problemas de niños. Saben cómo hacerlo y conocen las reglas de la auténtica amistad. Ellos saben cuándo se es leal y cuándo se está siendo un traidor. A ser amigos se aprende de pequeño. Nosotros podemos ayudarles con comentarios que les ayuden a reflexionar sobre sus actuaciones: te gustaría que eso te lo hubiesen hecho a ti. Hemos de ayudarles a ponerse en el lugar de los demás, para distinguir si eso está bien o mal hecho.

Tener capacidad de hacer amigos es algo que engrandece a la persona porque le hace tener una gran capacidad de querer. La gente que tiene muchos amigos sabe adaptarse a modos de ser muy diferentes. La amistad es un tesoro que hay que saber cultivar. Es también un aprendizaje, debemos saber qué cosas resultan molestas a los demás de nuestro modo de ser, qué aspectos de nuestro modo de ser hacen la vida menos agradable. Todo eso somos responsables que nuestros hijos lo aprendan también. La persona humana está hecha para la superación y el esfuerzo, este es un aspecto en el que todas las inversiones que hagamos repercuten en el bien común.