Enfermedades infantiles infecciosas

enfermedades1Erupciones cutáneas y fiebre son algunas de las señales que pueden revelan la presencia de ciertas enfermedades exantemáticas y que son muy frecuentes en los primeros años de vida.  Descubre algunas de ellas.

Rubéola

Ésta es una enfermedad infecciosa infravalorada desde hace mucho tiempo ya que no provoca complicaciones muy importantes, pero tiene peligros graves si el contagio se produce durante el período de gestación y se transmite al feto.

Se manifiesta normalmente con un ligero estado febril junto con un malestar general. A los dos días aparecen unas manchas pequeñas de color rosa pálido y en relieve que cubren el rostro y el tronco rápidamente. Otra señal es el engrosamiento de los ganglios de la nuca y del cuello.

Esta enfermedad aunque es leve para los adultos y para los niños, es muy grave para el feto. Puede contagiarse desde el primer momento en que aparecen sus síntomas y hasta que la erupción desaparezca. El período de incubación es de dos o tres semanas a partir del instante en que se establece contacto directo con la persona que la padece.

Para prevenir esta enfermedad hay que administrar una vacuna a los doce o quince meses de edad y después a los dos o tres años, junto con la vacuna para la parotiditis y el sarampión.

No existe un tratamiento específico y con las instrucciones del pediatra se pueden combatir los síntomas, el prurito y la fiebre sin demasiados problemas.

Sarampión

Esta enfermedad vírica es muy contagiosa y afecta a las vías respiratorias pudiendo llegar a presentar complicaciones, por lo que está más que justificada su vacunación.

Suele manifestarse con los típicos síntomas de un cuadro catarral, es decir, con una fiebre no muy elevada, secreción fluida por la nariz, tos seca y enrojecimiento y escozor de los ojos. Durante los siguientes días, dichos síntomas van empeorando, elevándose la fiebre y haciéndose la tos mucho más frecuente. Además aparecen manchas en la boca. A partir del cuarto día, aparece el exantema, primero en el rostro, en las mejillas, alrededor de los ojos y detrás de las orejas, para después extenderse por todo el cuerpo. Después de otros tres o cuatro días dicha erupción disminuye y la tos es mucho más blanda. A los ocho o diez días, la enfermedad se cura.

Las complicaciones pueden producirse en la fase final de esta enfermedad afectando a una de cada seis personas enfermas. Las más habituales son un otitis media, manifestándose a través de dolor de oídos; una bronconeumonía, que afecta por regla general a los más pequeños o una  meningoencefalitis, que afecta a un enfermo de cada mil.

El contagio se puede producir incluso tres días antes de aparecer los síntomas de la enfermedad y hasta cinco días después de la desaparición de la erupción.

Para prevenir esta enfermedad la única vía posible es la vacunación que debe producirse a los 12 o 15 meses de edad y después a los 2 o 3 años.

No existe un tratamiento específico por lo que habrá que limitarse a combatir sus síntomas con las instrucciones el pediatra.