Anestesia para el parto. Parte II

Continuando con los diferentes tipos de anestesias que existen en la actualidad a la hora de afrontar un parto, vamos a explicar las ventajas e inconvenientes de las principales formas de anestesiar a una mujer embarazada que está a punto de dar a luz.

Analgesia raquídea

Con este tipo de anestesia se pierde la sensibilidad en la zona inferior del cuerpo, produciendo mayor relajación muscular y bloqueo que la anestesia epidural. Aunque se administra de la misma manera, la diferencia es que al usar una aguja más fina, ésta penetra en la zona lumbar más profundamente, actuando en consecuencia, más rápido al llegar cerca de los nervios finales que se encuentran en la médula. Por este mismo motivo, la dosis que se requiere para conseguir el mismo efecto que con la epidural, es bastante menor.

La ventaja principal de esta anestesia es que es muy efectiva pudiendo incluso hacer una cesárea sin necesidad de dormir a la paciente, pudiendo de esta manera ver nacer a tu bebé y al igual que con la epidural, a no dormirte se puede comenzar rápidamente a dar el pecho a tu hijo.

Los inconvenientes es que aparecen dolores de cabeza y cefaleas tras el parto de manera más habitual que con la epidural, aunque no son muy intensos, y si lo fueran, hay tratamiento que los alivian y que son compatibles con la lactancia.

Anestesia general

Esta anestesia solo se usa cuando es imprescindible, por ejemplo, cuando está contraindicada la epidural o cuando existe una cesárea ya programada. También se puede utilizar cuando la madre se encuentra tan nerviosa que el parto no puede realizarse con la epidural, y por supuesto, en el caso de que durante el mismo, surja complicaciones que hagan necesario la realización de una cesárea de urgencia.

Se inyecta por vía intravenosa o se inhala a través de un tubo de respiración o de una máscara que harán que te duermas en seguida, quedando totalmente inconsciente y sin ningún tipo de sensación.

Esta anestesia en la mejor en casos de urgencia en los que la madre o su bebé corren peligro, ya que actúa de manera inmediata. Además los fármacos que se usan en la actualidad, desaparecen del cuerpo totalmente en ocho horas, por lo que no le llegarán al bebé si se desea darle el pecho.

El inconveniente es que al estar dormida no tendrás la oportunidad de ver a tu pequeño hasta unas horas después del parto. Además en una mujer que está embarazada es más difícil de lo habitual la intubación de la tráquea que hay que hacer necesariamente para someterse a esta anestesia. Por otro lado durante las siguientes horas, o incluso días, pueden aparecer efectos secundarios como escalofríos, vómitos, náuseas y ansiedad.