Reacciones neuróticas en los niños. Parte I

Algunos niños presentan problemas que tienen mayor entidad y entran plenamente dentro del campo de la psicopatología y que aunque no resulta fácil precisarlas en la infancia, existen ciertas características que nos permiten una aproximación al tema. Reacciones neuróticas en los niños. Parte I

Neurosis

Las neurosis hacen referencia a trastorno de conducta leve que giran alrededor de la angustia, pero que en sus estadios más graves pueden llegar a ser realmente incapacitantes. La característica fundamental es la dificultad para controlar la angustia. En general el niño neurótico adquiere hábitos que le permiten evitar las situaciones generadoras de angustia, pero esto sólo le supone un alivio momentáneo, pues su vida se va limitando, vive absorbido pro su problema y se deterioran sus relaciones humanas y su actividad.

Tipos de neurosis

Se han establecido varias formas de neurosis: de angustia o ansiedad, fóbica, obsesiva e histérica.

El miedo y la ansiedad forman parte del ser humano como medios de defensas útiles y necesarios. El descubrimiento del mundo por parte del niño está lleno de incertidumbres y el mundo exterior trae consigo satisfacciones y amenazas. El aprendizaje del peligro real forma parte de la aprensión, de la realidad y es útil en el curso de la formación del niño. Pero a partir de cierto punto, el  miedo y la ansiedad se convierten en patológicos y entramos en el campo de las neurosis. Es normal que un niño sienta cierta ansiedad ante lo desconocido, pero no lo es que lo sienta, por ejemplo, cuando está en una situación agradable y acompañado de su familia. Cuando la ansiedad o angustia es desproporcionada, inoportuna y reiterativa, se convierte en neurosis de ansiedad. Se ha tratado igualmente de distinguir la ansiedad del miedo o del temor. No es suficiente hacerlo considerado que la ansiedad no se refiere a ningún acontecimiento real, que no tiene ningún punto de referencia objetivo, mientras que el miedo, como reacción de defensa, es la respuesta por  medio de la huida o la inmovilización, y tiene como objeto una situación real  y presente.

El niño no distingue todavía lo real de lo irreal y su inexperiencia no le permite defenderse. Por lo tanto, experimentará miedos que son próximos a la angustia. Además para el niño, todo peligro –malos tratos, pérdida de afecto- tiene cierto carácter mágico misterioso y que esto ocurra en la realidad o en la fantasía e idéntico en cuanto a sus efecto. Por este motivo resulta difícil hablar de neurosis de angustia en el niño, pues habitualmente la transforma en  otro síntoma corporal o psíquico, como puede ser la fobia o la obsesión.

La crisis de angustia en la infancia consiste en un estado de pánico intenso, en la que el niño tiembla, se cubre de sudor y su rostro queda desencajado. Tiene sentimientos de aprensión, palpitaciones cardíacas y micción frecuente. Estas crisis suelen durar de algunos minutos a media hora. Cuando se presentan durante la noche, se habla de terrores nocturnos.