Rabietas y pataletas

Las rabietas y las pataletas son normales a partir del año y medio de edad, hasta los tres años, ya que los niños aún no controlan sus emociones. Rabietas y pataletas

Existen tantos tipos de pataletas que hace imposible prevenirlas todas. Pero, aún así, conviene conocer varias de las causas que pueden provocarlas, para contribuir así a evitarlas.

Ante todo, se debe de evitar el cansancio o hiperactividad del niño, acabando las tareas antes de que se encuentre demasiado cansado o hiperactivo como para que le resulte imposible controlar sus emociones. Tampoco se le deben de encomendar actividades excesivamente complicadas, si se percibe la frustración del niño, se debe de cambiar de situación antes de que muestre inquietud por no poder hacerla y aparezca una rabieta.

Las rabietas, muchas veces, no tienen una causa concreta y utilizan estos comportamientos, al darse cuenta (por casualidad) que en otra situación dieron resultado. Por tanto, se les debe de hacer comprender que la rabieta, es algo inadecuado y que no les va a librar de sus obligaciones, ni los padres sienten compasión por ello.  La mejor manera de lograrlo, es hacer caso omiso, ya que no se va a poder razonar de ninguna manera con él y tampoco entenderá el punto de vista parterno. Así, entenderá que las rabietas y pataletas no resultan eficaces y dejará de utilizarlas o lo hará con menos frecuencia. Bajo ningún concepto, se le debe decir que que se ha portado mal. Entendería que su comportamiento causó efecto y volvería a repetir esa conducta.

La menor manera de actuar es hacer otras tareas y apartarse mientras se desarrollan estos comportamientos. Si el niño se encuentra en un lugar seguro, se puede hasta abandonar el cuarto. Se debe de actuar, en cualquier lugar en el que se produzacan las pataletas y nunca hay que ceder. Resulta imprescindible no permitir que el niño las utilice para conseguir lo que quiere y de ninguna manera, debe de conseguir un regalo. La única respuesta es ignorarlo y mantenerse firme, hasta que se le pase.

Cuando la pataleta termina, que por lo general no dura más de unos pocos minutos, el cuidador no debe darse por enterado. Se debe recibir al niño como si no pasara nada, dándole la oportunidad de incorporarse pero sin tratar el tema.

Esta determinación es la única manera de hacerle comprender, que así no conseguirá nada.

Es importante tener en cuenta que el niño crecerá y en el futuro le será más fácil manejar la frustración, enfrentándose de otra manera a los retos del día a día. Experimentará y entenderá más ámbitos de su vida, por lo que irá perdiendo poco a poco el miedo. Dándole un poco de tiempo, sin duda, se podrá convertir en un hijo razonable y comunicativo. Lo cual, como padres, no puede resultar más emocionante.