Estimulación del bebé, motricidad fina y gruesa

Luego del nacimiento el bebé comienza un desarrollo integral que le permitirá con el paso del tiempo establecer un vínculo adecuado con el ambiente que lo rodea e interactuar con su entorno. Este desarrollo físico se divide en áreas diferentes que comienzan en la cabeza para ir progresivamente estableciéndose en otras zonas del cuerpo, donde aparecerá la motricidad fina, gruesa como también el desarrollo sensorial, social y el lenguaje. Estimulación del bebé, motricidad fina y gruesa

En cada una de estas etapas del desarrollo del niño existen hechos físicos de gran importancia como los que trataremos en esta oportunidad y que son la motricida  fina y gruesa. Estas dos áreas tienen mucha importancia en la evolución del bebé, ya que una se relaciona con los cambios corporales y otra específicamente con los movimientos.

El área que abarca la denominada motricidad fina está relacionada íntimamente con todos los movimientos además de la forma de coordinación de éstos a través de los ojos y las manos. Por su parte, la motricidad gruesa es un área que se relaciona con todo lo concerniente a los cambios de posición que experimenta el cuerpo del niño y su capacidad para mantener el equilibrio.

El bebé irá evolucionando y progresivamente controlará cada una de las partes de su cuerpo, primero la cabeza y posteriormente el tronco. Un control que dará comienzo desde el centro de su cuerpo hacia fuera algo que le permitirá dominar hombros para terminar con el dominio de los dedos de sus manos.

La estimulación en esta etapa es fundamental y tanto debe hacerse con la motricidad fina como con la gruesa.

La motricidad gruesa abarca una etapa que va desde el nacimiento del niño hasta los 3 meses, época en la cual intentará mantener su cabeza erguida. Este acto reflejo puede ser estimulado colocando una almohada o toalla previamente enroscada bajo su estómago, incentivándolo con algún objeto que llame su atención, para que el pequeño trate de levantar la cabeza, el cuello y los hombros.  

Por otra parte,  la motricidad fina puede estimularse y lograr así beneficiar el dominio de la “coordinación óculo-manual”, haciendo que el bebé pueda relacionar mejor su entorno y comience a tener nociones de tamaño, peso, distancia y texturas. A través de la motricidad fina el niño comienza a tomar y manipular primero objetos de menor tamaño adquiriendo día a día nuevas habilidades.

En un principio se recomienda la realización de juegos donde los dedos formen parte, tanto los de las manos como los de los pies, una manera ideal para que comience a reconocerse.

Algunos especialistas recomiendan el uso de un espejo que se moverá de un extremo a otro para que el bebé pueda seguirlo con su vista. Luego y a medida que el niño crece se van agregando nuevos objetos para que pueda tomarlos y apilarlos.

Existen en el mercado una gran variedad de objetos pensados precisamente para utilizar en esta etapa de crecimiento y descubrimiento, siendo de suma importancia que todas las actividades que se realizan para incentivar al bebé se incrementen progresivamente como una forma de brindarle auto-confianza algo que le dará mayor seguridad y le permitirá ir desenvolviéndose de forma más independiente.

Foto Vía: SXC