Educar la obediencia

La virtud de la obeciencia es una virtud muy importante, ayuda a nuestros hijos a adquirir valores como la disciplina. Educar la obediencia

La obediencia es una virtud que todos los padres quieren conseguir, la lucha se centra en que los niños hagan caso a la primera, sin gritos o continuas órdenes. Para esto debemos comprobar que el niño ha comprendido lo que se dice y que sabe hacerlo.

Es muy importante que los niños entiendan el valor de la obediencia. Al hacer caso los niños saben lo que tienen que hacer. La obediencia les ayuda a encauzar sus energías y capacidades, y esto es la base de una personalidad fuerte. Para que la obediencia no falle ha de existir autoridad en los padres: no podemos tener miedo a exigir.

El horario es uno de los mejores elementos para desarrollar su capacidad de exigirse. Los niños han de saber cumplir los planes previstos y las normas que se les imponen en casa. Cuando desde pequeños se habitúan a hacer en cada momento lo que deben y no lo que les apetece, podemos asegurar decididamente que estamos educando una voluntad fuerte. Lo más importante dentro del horario es la puntualidad a la hora de ponerse a hacer los deberes.

La exigencia engendra motivación, y ésta, lleva a los niños a implicarse y a esforzarse con intensidad en sus tareas. No podemos dejarnos llevar del miedo a la exigencia, ya que es portadora de valores. A veces nos costará exigir pero en ese momento debemos recordar que nos jugamos el futuro de nuestros hijos. Es una virtud que se inculca y endereza mejor cuando son pequeños, si les habituamos a consentir en sus rebeldías perderemos la autoridad.

Para ser una persona integra es imprescindible fortalecer la voluntad, que es ser capaz de seguir una disciplina y tener una exigencia. Educarles con la debida disciplina requiere tener en cuenta el modo de ser, la edad y las capacidades de los niños, respetando su modo de ser y sabiendo equilibrar la exigencia, con el cariño. Para los niños es difícil la disciplina pero en casa es donde fundamentalmente se puede aprender, porque es donde se puede conjugar el amor y la firmeza.

Hay momentos de la vida, que los padres nos vemos obligados a poner límites a determinados hechos o conductas, para ellos son fundamentales estas intervenciones nuestras, ya que les dan el punto de referencia y las pautas para su comportamiento. Cuando corregimos es lógico que nos cueste y que nos suponga sufrimiento, pero no podemos evitar hacerlo ya que nos jugamos la felicidad de nuestros hijos y su futuro como personas. En esto consiste precisamente el ejercicio de una autoridad responsable.

Les enseñaremos a experimentar la alegría de rectificar y la posibilidad de enmendar sus errores con nuestras correcciones. Y nosotros seremos felices viendo el resultado de nuestro esfuerzo educativo. Nuestros hijos son el resultado de muchos empeños. Construir su personalidad es la tarea más importante que tenemos entre manos y la obediencia es una virtud fundamental. La mayoría de las veces si falla la obediencia, es porque hay un déficit de autoridad.