Cómo actuar ante la frustración de nuestros hijos. Parte II

Todas las personas aprendemos a lo largo de nuestra vida a formular muchas respuestas para reducir, evitar o soslayar nuestras tensiones. Estas respuestas son conocidas en el campo de la psicología como ?conductas de manejo de la situación??. Cómo actuar ante la frustración de nuestros hijos. Parte II

Diferentes conductas que se pueden adoptar frente a la frustración

Cuando un acontecimiento se nos torna difícil o amenazante, es normal que nos sintamos amenazados dependiendo de cómo evaluemos la capacidad para disipar con éxito dicha amenaza, lo cual a su vez dependerá, de experiencias anteriores y de las características de nuestra personalidad. Una vez hayamos evaluado la situación, cada uno decidiremos que hacer.

La manera de enfrentarse a los problemas dependen de muchos factores: el aprendizaje, las expectativas acerca de la situación, la experiencia de una cultura determinada y la convicción de poder controlar dicha situación.

Tanto nuestros hijos como el ser humano en general, es capaz de enfrentarse de diferentes maneras a los conflictos y frustraciones que pueden ir surgiendo a lo largo de su vida. Algunas personas los consideran como simples problemas a resolver, valoran la situación y eligen los medios más adecuados para controlarla. Se preparan para reforzar sus recursos y reducir el daño potencial. En cambio otras personas responden con comportamientos de ataque y de ira, aunque no les sirva de nada para resolver o eliminar el problema. Cuando la fuente de la frustración es vaga potente o peligrosa, la persona suele desplazar su agresividad o convertirla en agresión contra los blancos más disponibles. Cuando nuestros hijos, sobre todo en la etapa de su adolescencia, se encuentran abrumados por la frustración a veces intentan huir de la situación, algo que por otra parte suele suceder en las personas adultas, refugiándose en el alcohol o en otras drogas como una forma de huida.

Actuar frente a la frustración

En cualquier caso, debido al poder de la mente humana, se utilizan muchas estrategias para enfrentarse a los conflictos y situaciones desagradables. Este tipo de estrategias reciben el nombre de “mecanismos de defensa” a las que la persona recurre, ya sea consciente o inconscientemente, para utilizar argucias mentales que distorsionan o falsifican las situaciones amenazantes y prevenir o al menos mitigar, la ansiedad que les provoca. Un ejemplo es la represión, que se define como la exclusión de la conciencia de las motivaciones, conflictos, pensamientos o ideas que causan angustia. Las personas es general y los adolescentes en particular, pueden intentar protegerse de una experiencia desagradable, bien pasándola por alto o negándose a reconocer su existencia, algo que es conocido como “negación de la realidad”. En el momento en que alguien recurre a la fantasía, está satisfaciendo sus necesidades o alcanzando metas con la imaginación, para poder escapar de las realidades desagradables que pueden llegar a originar angustia o frustración.

Cuando una persona se oculta a sí misma una motivación real y expresa lo contrario mediante ciertas actitudes, está recurriendo a la formación reactiva, algo que probablemente se hace para evitar la angustia relacionada con la emoción o la motivación real. El último mecanismo es el conocido como el de proyección y tiene lugar cuando se exageran las características personales de los demás, sobre todo las que no resultan de su agrado, sin darse cuenta de sus propios defectos. Estas personas suelen atribuir a los demás sus rasgos indeseables, sus impulsos y deseos así como sus defectos, como un mecanismo para mitigar la angustia que les causa reconocer en sí mismos esas características tan desagradables.