Agresión sexual en niños. ¿Cómo detectarla? ¿Qué hacer?

El abuso sexual es un acto indeseable y demás está decir que perverso; siendo una agresión tanto física como moral a una persona, a la cual deja secuelas o huellas imborrables través de los años, atentándose así contra la integridad y desarrollo de la víctima. Este tema se vuelve aún más delicado cuando se trata del abuso hacia los niños, de lo cual se hablará a continuación de acuerdo a los aspectos más importantes. Agresión sexual en niños. ¿Cómo detectarla? ¿Qué hacer? Para poder actuar contra esta problemática, habrá primero que entender el significado de lo que es un abuso sexual, ya que erróneamente éste se ha desviado, lejos de lo que en verdad contextualiza.

El primer paso es diferenciar lo que es un abuso sexual y una violación, definiéndose la última como un acto más invasivo físicamente. Sin embargo, el abuso sexual en niños es aún un tema más delicado, puesto que la agresión puede ocultarse o causar confusión en los niños y no ser detectada.
Por otro lado, un abuso sexual a un niño es cualquier acto en el que un menor de 12 años, como lo establece la ley, es forzado por una persona sexualmente madura a obtener o brindar placer. Llámese a esto cualquier tipo de agresión relacionada a la sexualidad del menor, aún cuando éste no sea tocado físicamente; por ejemplo es abuso sexual mostrarle pornografía a un menor, obligarlo a escuchar o presenciar un acto sexual, obligar al niño a ver a otra persona desnuda, obligarlo a mostrar su propio cuerpo, obligarlo a escuchar o utilizar un lenguaje sexualmente ofensivo, etc.

Por desgracia este es un acto recurrente en el comportamiento social actual y es muy difícil de evitar, porque los niños pueden verse ofendidos en casi cualquier espacio o por cualquier persona. Sin embargo, la mayor parte de los abusos sexuales se presentan dentro de las mismas familias, incluso los mismos padres. Esto se debe a que dentro de un núcleo familiar la confianza es ciega, y los niños no entienden acerca de intenciones ocultas que puedan tener sus familiares atentando contra ellos.

Por otro lado, aunque día a día se pelea por brindar a los menores mayor privilegio y voz ante la ley, éste proceso aún está en desarrollo, un niño abusado suele callar por miedo, desconocimiento, falta de credibilidad por parte de los mayores, y en la mayoría de los casos porque los amenazan, no llegando los casos a la justicia.

¿Qué medidas tomar?

Pocos adultos allegados a un niño abusado saben con certeza el cómo actuar en el momento, y aunque es entendible y normal, puesto que cualquier noticia de este tipo para las familias se traduce como una revolución total a su status quo, el problema se desata después, cuando aún obteniendo la información se deciden a callar o minimizar el acto.

El abuso sexual puede darse tanto de un adulto a un niño, como entre alguien no muy lejano a su edad, la diferencia no está en años sino en las vivencias, trastornos, valores y educación. Actualmente se sabe que un niño, desde la temprana edad de cuatro años, puede entender y diferenciar a la perfección la agresión a su cuerpo, por eso enseñarles que nadie puede tocarlos sin su consentimiento es parte de la una tarea básica y temprana para su bienestar.

Como se mencionaba, el primer paso para luchar contra la agresión sexual infantil es el conocer correctamente la definición, sabiendo que cualquier comportamiento por parte de terceros hacia los niños que les cree alguna incomodidad nunca debe ser ignorado. Hablar con los hijos, estar al pendiente de su comportamiento, amistades y costumbres, escucharles, educarles, son sólo algunas herramientas de las que uno se puede valer para prevenir este problema o al menos detectarlo lo antes posible.

Las madres cumplen un papel primordial en la protección y orientación de sus hijos, si ellas no están al pendiente o crédulas en todo lo que sus hijos les confíen, extraño será que otra persona pueda brindarles esa seguridad. Aunque parezca un comportamiento exagerado nunca estará de más el extremar precauciones, sobre todo ante la entrada de nuevos miembros a la familia, como un padrastro, un novio de la hermana, un primo que se mudó recientemente, etc.

Una vez detectado el caso, la terapia es fundamental para los agredidos, así como para sus familias. Acudir a algún centro especializado desde el primer momento puede hacer la diferencia en la recuperación emocional, y además puede ayudar a recuperar la calidad de vida del niño, ya que con una agresión sexual no sólo  se daña la integridad física, sino además el pequeño o pequeña pierde confianza y seguridad, llegando a la depresión e incluso en casos extremos al suicidio.

Por lo tanto, la familia también debe entender y saber cómo poder ayudar a la víctima, debe informarse para poder ayudarla a recuperar su convivencia, a entablar lazos de confianza nuevamente, a comprender lo que pasó y porque.